EL ENIGMA DE LA CUADRA
Mi abuela y yo nos miramos, sabíamos lo que
había pasado.- La cuadra tenía una
salida por detrás, una puerta llamada ‘’piquera’’ por donde se metía la paja
todos los veranos para el ganado y la llave estaba siempre colgada dentro de la
cuadra.- Aquella salida daba a una casa
que era de uno de los hermanos músicos, con los que teníamos muy buenas
relaciones y por la puerta de su casa pasábamos la paja a la piquera.- Mi abuelo salió por la puerta de los músicos
y desapareció.- Cuando los esbirros
rojos volvieron de hacer el recorrido, el endemoniado Tuerto gritaba: lo buscaremos y lo fusilaremos.- Abrir esa puerta de la casa y entrar a
envasar los granos y a quien se oponga le pegáis un tiro.-
Cuando levantaron al jefe
del suelo se tiró la escopeta a la cara para disparar a mi abuelo que iba
corriendo hacia la cuadra, no sé si lo hubiera conseguido sin mi intervención,
yo al ver que pretendía matar a mi abuelo me lancé a sus pies abrazado
fuertemente y pegándole bocados tan fuertes como podía hasta sacar los
bocados.- El endemoniado Tuerto gritaba
como un cerdo de dolor e impotencia, alzó la escopeta y con la culata me dio un
tremendo golpe en el cuello y parte de la nuca y no recuerdo más nada hasta
muchos día después.- Mi abuela me dijo que estuve muerto más de una
semana y que solo se me conocía la vida porque respiraba.- Yo solo recuerdo que de pronto me encontré
volando en una gran nube, de un lado hacia otro, a veces tenía calor, otras
tenía frío; pero sobre todo lo que sí parecía era tener unos grandes dolores de
cabeza y una sed que me devoraba.-
Escuchaba llantos y suspiros muy lejanos.-
Era una obsesión llamando
a mi abuelo y sobre todo oír su voz diciéndome Tyllo te quiero mucho, porque
era lo que de vez en cuando me solía decir cuando se encontraba deprimido, que
últimamente era con mucha frecuencia.-
Mi pensamiento, si a esos disparates se le podía decir pensar, no
recuerdo que tuviera otra sensación que era mi abuelo si se abría salvado de
los tiros del Tuerto.- Me sentía
abrazado a sus piernas, con todas mis fuerzas, mordiendo incansablemente para
salvar a mi abuelo, pero los dolores de cabeza me impedían razonar.- Todos esos eran mis recuerdos montado en una
gran nube negra y recorriendo mundos desconocidos, oyendo gritos y suspiros y
conversaciones incoherentes que no podía hilvanar.-
Un día, digo yo que sería,
me caí de la nube negra, iba derecho a estrellarme al vacío, braceaba
abundantemente para agarrarme no sabía a qué, porque la nube había
desaparecido.- Me entraron ganas de
llorar, una enorme pena, y de gritar, llamaba a mi abuelo y él me decía Tyllo,
estoy aquí, lo oía, pero no podía verlo.-
La pena me ahogaba y grité muy fuerte.-
Entonces comencé a oír llantos muy cerca de mí y a ver una luz, a dejar
de volar .