CAPÍTULO CLXXX
LA QUIEBRA DEL ORDEN PÚBLICO: Hay que tener en cuenta que el orden perfecto no
existe, como tampoco existe una sociedad perfecta ni un gobierno perfecto.- Tampoco en el orden del sistema económico y social
que le vaya bien a toda la sociedad en su conjunto, aunque pareciera bueno teóricamente,
cuyo propósito es más utópico que real.- Toda sociedad, incluso las primitivas, han organizado
a través de la más o menos convivencia unas normas .-
Se organizan en torno a unas normas que salen de los
convenios y se convierten en leyes para la normal convivencia de los ciudadanos
que constituyen la agrupación, sociedad o el Estado.- A lo largo de su Historia están alcanzando pactos,
que consiste, en definitiva, en una norma para la convivencia pacífica y de paso
para el progreso económico y social de la sociedad que constituye ese conjunto,
llámese como quiera.-
Existe un margen de confianza psicológico colectivo,
pero no pasa al deterioro del orden público establecido para la convivencia, ni
para la quiebra de la seguridad personal, económica o social.- No obstante, no se debe permitir el desorden procedente
de la delincuencia, que en toda sociedad existe y tanto daño hace a la normal convivencia
ciudadana.- Hay revoltosos, con el nombre
que quieran llamarse, que ponen en riesgo la propiedad pública y privada y el desorden
en la seguridad ciudadana, alterando la convivencia.-
Si un Gobierno
pierde la capacidad de control del conjunto social, o se resiste a imponerlo por
la fuerza, si fuere necesario, ese Gobierno no merece el respeto de la ciudadanía
y debe abandonar el cargo en bien de la sociedad en su conjunto.-
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