miércoles, 2 de diciembre de 2015

MIS RECUERDOS DE LA GUERRA EN MARTE


LARGO DESPERTAR

                     Si mi despertar fue lento y laborioso más lento y complicado fue recuperar la estabilidad emocional y de salud.-  Los intensos dolores cada vez que hacía un movimiento eran insoportables.-  No había minuto del día que no dijera ¡ay¡ y ya con más conocimiento de causa, solo a ratos, me acordaba de mi pobre abuelo que lo habían perseguido a tiros como si fuera un criminal o un saqueador- ladrón como era el rojerío que  llegó a casa a robar y maltratar a una familia honrada y trabajadora, en nombre de una pandilla y de unos ideales con acciones semejantes de los tiempos de las cavernas.

 Los ratos de sueño que podía conciliar eran una tortura quejándome, según mi madre, pero aún volando entre grandes nubarrones que me hacían despertar gritando porque me caía desde arriba.-  Un collarín y una faja me rodeaban el cuello y todo el cuerpo y me hacían beber unas ponzoñas endulzadas con miel de abeja, de color marrón, que me reconfortaban y tranquilizaban transitoriamente.-  Me tenían que dar de comer como hacía mi madre con mis hermanitos pequeños:  abre la boquita que va la sopita.-  Preguntaba constantemente por mi pobre abuelo y me contestaban que no me preocupara que sabían que estaba bien.-  Tampoco me daban explicaciones de lo ocurrido después del incidente que me mandó con San Pedro, a la puerta de cuyo refugio estuve varios días,  según mi abuela contaba a las vecinas.-

                    Los tiros y los gritos habían escandalizado el barrio, amigos y conocidos, igual que los pocos familiares que teníamos pasaban a diario por el lado de mi cama.-   Me dijeron que la familia estaban en la Hacienda del Morrón con mi otro abuelo, Marko, el padre de mi madre, que vino muy temprano y se a mi madre también.-  Como era habitual que nos fuéramos de vez en cuando, mi madre al Morrón donde vivía mi abuelo, que disfrutábamos de lo lindo correteando por los alrededores que era todo manchón.-  Salvo por delante del cortijo que había un huerto con árboles frutales y una higuera grande cerca del portón, donde mi abuelo criaba sus hortalizas, con un pequeño chorro de agua, un pilar para beber las caballerías y una alberca, en la cual todos los veranos nos dábamos algunos baños.-

                    Me quedé un poco triste, me faltaban mi madre y sobre todo mi abuelo que me estaba preocupando a medida de que iba recuperando la memoria, que no del todo la recuperé hasta mucho tiempo.-  Mi abuela y yo solos y yo me aburría porque no me dejaba leer que era mi hobby, y ella se tiraba el día sentada a mi lado y rezando.-  La dije que llamara a mi amigo Estrosa,.  Era un hijo del músico, más travieso no lo había, pero que éramos de la misma edad. Íbamos a la escuela juntos y hay de aquel que intentara tocar a sus amigos por muy mayor que fuera, que le hacía correr.- 

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario