CAPÍTULO C C L
X X C V V
HAY TESTIGOS QUE NO
VEN NI OYEN.- ABC-VI-05-03-82-
El letrado López Montero ,
defensor de Tejero, hombre de gran pericia procesal y una gran astucia de
‘zahorí’ , ha encontrado una gran cantera de testigos ciegos y sordos, y
ninguno ha presenciado nada en el Congreso de los Diputados el día del
23-F.- Allí no sonaron tiros, no se
vieron metralletas, no se dijo ¡al suelo, coño¡, las manos en los asientos de
delante y cuidadito con ellas, no se hizo guardia a algunos diputados que estuvieron
separados de los demás , e incluso encerrados, no se sintió ni una ‘mosca
volando’.-
El señor Tejero se puede sentir orgulloso del abogado que lo está
defendiendo.- Vaya, que ni siquiera
Gutiérrez Mellado, el teniente general y vicepresidente del Gobierno para
asuntos de la Defensa, lo cogieron por el cuello, lo zancadillearon y le
hicieron bajar al suelo.- Bueno es
tener un abogado de estas característica.-
Tampoco ninguno encañonó ni vio encañonar al general Aramburu Topete, ninguno
cacheó al vicepresidente Lavilla, ninguno conoce a sus compañeros de armas en
las fotografías que se están mostrando.-
Aquí parece que, por ejemplo, el cabo de Burgos había ido a echar
gasolina a su vehículo y de pronto pasa un autobús con compañeros, deja el
coche y se enrola.- No sabe que estuvo,
metralleta en mano derecha y cigarro puro en la izquierda, pero este hombre,
como todos los demás, se enrolaron por casualidad en no saben dónde ni con
quién.-
Tampoco sabe este hombre quien invitó a Carrillo a abandonar su escaño y
a seguirle hasta la salida, donde estaban custodiados Gutiérrez Mellado,
Rodríguez Sahagún, Felipe González y Alfonso Guerra.- En cambio, el chico que acaba de declarar,
que no vio al general de la guardia civil por allí, ni que tampoco recogió el
rumor de que se ofrecía dinero por matar al teniente coronel Tejero.-
Total, que todos habían oído campanas, pero no sabían donde, ni de qué
campanario.- Pero si se escuchan los
relatos de los testigos, solicitados por el defensor López Montero, se tiene la
sensación de que allí los únicos revoltosos eran los parlamentarios, los
diputados del Congreso.-
Y claro, como los revoltosos eran los diputados, pues había que tenerlos
sentaditos y que se callen ¡coño¡, que
no se pasen papelitos, que no escriban notas, que tranquilos por favor, que las
manos en el escaño de la fila de adelante.-
En fin, una brava historia, la que hemos presenciado y oído.- Por lo demás, sin novedad en las filas mi
teniente coronel Tejero.- Todos
quietesitos y al suelo, que nadie se mueva, que sean buenesitos y serán
recompensados con caramelos.-
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