CAPÍTULO CCLVI
En el interior del Desierto
Rojo, en el gran Macizo Rocoso donde el agua nace, fluye, circula y desaparece
camino del infinito, los trabajos, al frente de los cuales está Españolo,
progresan con aparente normalidad.- Pero
dentro del expectante misterio rocoso, existen duendes – como dice Españolo --,
que alteran la medianas normalidad y las fuerzas misteriosas de la naturaleza
rocosa se lanzan al desafío humano.-
Desde el exterior, punto situado
en la Caverna del Español, han bajado las perforaciones en dirección al
tremendo lago o laguna, donde se estrellaron los tres hombres de la expedición,
en caída libre por la chimenea, por la que fueron lanzados en grupo,
estrellándose en las serenas aguas internas, y en cuya caída murió el tercer
hombre de la anterior expedición.-
Por esta oquedad han de
bajar las tuberías para la subida del agua y un ascensor que bajará hasta el
lago.- Terminados estos trabajos con
eficacia, el director general y el jefe del servicio de perforación han bajado
escalando hasta el lago, inspeccionando despacio los hastiales
perforados.- Tras ellos un grupo de
cuatro hombres saneando, puliendo, y dejando limpios los hastiales de guijarros
sueltos, en evitación de accidentes.-
Uno de los cuatro
trabajadores de saneamiento, se le desprenden las clavijas clavadas en el
hastial y se lanza en caída al vacío.-
Su peso y el tirón violento del accidente, arranca las clavijas de dos
más y los tres hombres quedan colgados solamente de las únicas sujeciones del último de los
cuatro.-
Una situación crítica,
pero no desesperada para profesionales de escalada.- Sin embargo para simples trabajadores, poco
instruidos en esa profesión, la situación es delicada.- Españolo, desde el lago, por medio de la
megafonía da instrucciones de clavar clavijas los desprendidos, y doblar
sujeción al único que sostiene.- Pero
estos hombres no son profesionales y son lentos en reaccionar ante el inmenso
peligro en que se ven envueltos.-
Algunos de los tres perdieron la machota
(martillo) para clavar, uno que no la perdió se afanaba en clavar.-
El tiempo corría en
contra de los desprendidos.- Españolo se
desgañitaba dando instrucciones para salvar las vidas, impotente ante la
incompetencia, las circunstancias, el destino, la nerviosidad y el tremendo
peligro que corrían cuatro hombres.-
Impotente para ayudarles personalmente en semejante trance.-
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