miércoles, 20 de enero de 2016

GOLPE DE ESTADO EN MARTE


                               

CAPÍTULO   CCLXXVIII

                    Admito tus disculpas amigo, pero no hacían falta, porque eres para mí como un hermano, sólo que no sabía por qué el jefe del Consejo siente cariño especial por Españolo.-  Te comprendo, pero sé que lo siente por lo mismo que yo, porque eres un gran hombre, y de eso se encuentra poco o nada.-

                    Hoy quiero que vayamos tú y yo a recorrer el itinerario de la riera hasta llegar al mar.-  Marci, no querrás llevarme caminando doce mil metros.-  No, iremos en lo que tú llamas artefactos para pasear por el Desierto.-  Bueno, les llamo artefactos, porque no conozco su nombre.-   Tenemos los planos, pero desconocemos el terreno en su realidad, y lo mejor es pasearlo.-

                    ¿Sabes que me resultas un jefe de estos trabajos muy eficiente, Marci?.-  Claro, qué te creías que aceptaba el cargo solo por amistad?.-  No, nunca lo supuse, porque sabía que eras un hombre muy culto, inteligente, capacitado, responsable, eficaz, recto, trabajador y el mejor subdirector que se le podía dar a Españolo.-  Ya me llenaste de flores, amigo.-

                     Mientras hablaban viajaban lentamente en el artefacto, por la dirección indicada por Marci camino del mar.-  Doce mil metros de riera que tenía que construir, para que las aguas que salieran de las entrañas de las Rocosas llegaran así al mar, cuando no fueran necesarias en el Desierto.-

                      Al paso que iban, Marci tenía tiempo de tomar las notas que consideraba oportunas para realizar los trabajos que le estaban encargados hasta llegar al mar.-  Cuando llegaron al final, Marci le dio el croquis de apuntes a Españolo para que echara un vistazo, y éste lo devolvió porque lo estuvo viendo hacer y lo aprobaba en su totalidad del recorrido.-

                       Volvemos al campamento, dijo Marci al conductor.-  Españolo se fijó en la rectificación que se estaba haciendo en las obras que llevaban de riera.-  La altura no variaba, pero se estaba rectificando la anchura para ampliar la capacidad de volumen.-  Bien por Marci, que era todo un ingeniero de caminos, dando muestras de su capacidad técnica y logística.-

                        Marci comunicaba con su amada Mar, que le retaba a echar una peleílla por teléfono, pero Marci no era peleista y, aunque se esforzara, jamás tendría el sentido del humor de Españolo.-  Amigo, habla tú con ella y le convences.-  Oye Mar, dice Españolo, no molestes cuando estamos con las sirenas.- ¡Te mato, Marci¡

 

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