CAPÍTULO C CLIV
Amigo Españolo.- Al grano Marci, que estoy enfadado.- Conmigo?.-
No, con Flor, me llamó y me dice que está en una discoteca y que le
salen pretendientes.- No puede ser
cierto.- ¿Cómo que no, es que Flor no
tiene belleza para que le salgan pretendientes?.- Sí, amigo Españolo, tiene belleza para llevar
cola detrás.- ¿Entonces por qué no puede
ser cierto?.- Lo que te quiero decir es
que no puede ser cierto que ella esté en una discoteca sola.- Es una mujer muy responsable y te quiere
demasiado.-
Gracias amigo, pero es que
no está sola.- Acláramelo
entonces.- Está con Mar.- Nooooooo.-
¿Por qué no?.- Tu mujer también puede
llevar cola detrás, o no?.- Es que no me
lo creo, Españolo.- Flor te ha tomado el
pelo, te ha dado celos, te ha puesto celoso, porque sabe que la quieres mucho.- Y lo de Mar no te dice nada?.- No, Españolo, con mi mujer llevo veinte años
y sé que no se va a una discoteca sin mí y al que se acerque le zumba.-
Qué suerte tienes amigo y
qué confianza en tu mujer.- Cuando tú lleves veinte años la tendrás
también.- Ahora tú eres joven, y ella
una belleza juvenil, deslumbrante como mujer, alegre, sencilla, buena, noble,
cariñosa, soñadora, enamorada de un buen hombre; pero los celos revolotean, en
ambos.-
Oye, Marci, cómo la has
podido describir?.- Porque he estado a
su lado más tiempo que tú, viéndola sufrir por ti, pedazo de alcornoque,
mientras tú te buscabas la muerte en las entrañas de las montañas rocosas, que
no la encontraste de milagro.- ¿Sabes lo
que me dijo en una ocasión?.- Dime,
amigo.- Pero prométeme que no se lo
dices.- Te lo prometo.- Marci, si Españolo muere en la aventura, yo
me suicido.-
Marci, no me engañas?.-
Tú sabes que eres como un hermano.-
Ahora mismo, hermano Marci, tengo ganas de llorar, de darme porrazos en
la cabeza, de correr hacia ella, de decirle que soy un zoquete, un mentecato,
un descerebrado, un incomprendido, un aventurero, un enamorado de la Flor más
exquisita que existe, que la quiero tanto, que me suicido por ella.-
Vamos, Españolo, esta
noche se lo dices todo, menos que yo te dige lo del suicidio, pero en aquellos
momentos la creía capaz, hasta el punto de que no quería dejarla sola.- Tú no sabes lo que te quiere tu mujer ni de
lo que sería capaz.- ¡Chao, amigo¡.-
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