LAS HERIDAS DEL ALMA SON INCURABLES
De aquel ataque del rojerío pude salir, aunque
me dijo don Félix que tendría un
recuerdo vitalicio cada vez que nombraran a los rojos.- Pero el recuerdo más amargo de mi alma era
encontrarme la casa de mis abuelos tan vacía de comestibles que un ratón se
moriría de hambre.- Mi abuelo fue
perseguido a tiros, a consecuencia de su largo exilio, escondido en diferentes
lugares del tajo madrileño, del tajo de la Villa Vieja, de la Murciegalina ,
murió años más tarde y a mí me arrearon de lo lindo, para enviarme a las puerta
de San Pedro.- He arrastrado mi dolencia y la simpatía a los
rojos.-
Pero cuando mi padre vino de la guerra y vió
que no había grano ni para sembrar, enterado ya de que los rojos se lo llevaron
todo y nos dejaron a pasar hambre, no hizo comentario, no le preocupó que a sus
padres viejos y enfermos, su mujer e hijo l os dejaran sin alimentos y las consecuencias que ocurrieron cuando nos
robaron los rojos.-
Nada le preocupaba, era insensible a todo,
menos a que Prako hubiera ganado la Guerra.-
Su odio era eterno hacia y el mío y de mis abuelos a los rojos.- He ahí las consecuencias de la guerra, las
heridas que jamás cicatrizarán, la justicia y la injusticia frente a frente
igual que en los frente de lucha.-
Padres contra hijos y hermanos contra hermanos y viceversa.-
Solo faltaba que
un loco, un fanático, un rojo de los muchos con ansias de poder, hiciera una
ley para hacer hoyos en España buscando restos de los buenos, de los de Alí Babá que son medio España y dejara la
otra media España en los diferentes y abundantes podrideros de Paracuellos, Las
Checas de Madrid, Barcelona y montones de ciudades y pueblos, entre ellos uno
de Granada llamado Turón, donde consiguió escapar un militar que estuvo
recibiendo la terapia roja, estando varias veces en capilla.- Escapó por uno de esos milagros que se suelen
dar.-
No quiero nada de Prako, era un
estribillo mañanero que solíamos escuchar de vez en cuando, porque mi abuela
era incansable y tal vez porque consideraba que algún día se bajaría de la nube
y vería la realidad de su propia familia.-
Secuelas de la fatal guerra, unos padres viejos y enfermos, sobre todo
su padre a consecuencia de haber querido salvar el pan de sus propia familia y
que no se lo robaran.- Un hijo inútil a
consecuencia de la violencia del rojerío que él había y seguía defendiendo.- Y un dolor de estómago que él había traído de
la guerra, nadie sabía por qué, ya que no existían antecedentes familiares para
diagnosticarlo.- Las secuelas familiares
de la guerra
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