EL PRÓXIMO FIN DE SEMANA A LA KRESNEDILLA
Así lo dijo el tío Basilio
mientras comíamos en la Hacienda del Morrón.-
Padre que era el que tenía que dar el visto bueno aceptó.- Queríamos también bajas a ver a Pekro Lakedo,
el encargado del Alkodóvar en la de la Kresneda, a unos quinientos metros de la
Kresnedilla.- Un gran hombre que durante
la guerra hizo mucho bien a las gentes del pueblo, a pesar de que la Hacienda no
era suya.- La Hacienda de la de la Kresneda
tenía un gran venero de agua que daba riego a muchos huertos dentro de la finca.- Tenía en la esquina de la Hacienda dos
grandes morales, donde los chiquillos disfrutábamos comiendo moras.- Uno era de moras blancas otro de moras negras, pero eran tan grandes
como las encinas que teníamos en las hazas de barranco.-
El día de la Kresnedilla
estuvimos toda la mañana en la Kresneda los niños, subidos en los morales y Pekro
disfrutando con nosotros, no tenía hijos y le gustaban los niños.- Sentado cerca y cuidando de que ninguno se
callera.- Nos hartamos de moras de todos
los colores, y después nos llevó Pekro a coger habas para que nos
lleváramos.- Traía un saco para echar
las habas.- Le llenamos el saco en poco
rato, y él se reía de vernos en medio de las habas a tanto pequeño.- Alguno se perdía.
porque las plantas eran grandes.
Como no subíamos tuvieron que
bajar padre y el tío Bakilio por si había pasado algo y se encontraron a Pekro
disfrutando de lo lindo, viéndonos coger habas y, lo más gracioso, destrozando
las matas, no teníamos idea de lo que hacíamos.- Cuando llegaron nuestros progenitores se
asombraron del destrozo de plantas que habíamos hecho, y Pekro rayendo decía
que solo habían pocas matas, que se caían del mucho fruto que tenían.- También se echaron a reír y nosotros buscando
a los niños perdidos en el habad
Pedro decía allí se menean unas
matas, y allá que íbamos corriendo.-
Liamos una.- Si no vienen los
mayores, quién iba a llevar un saco de habas a la kresnedilla.- Por supuesto que la piara de liliputienses no
podíamos.- Las madres, cuando llegamos,
estaban sofocadas, con la comida fría, y nosotros con las ropas tan sucias que
parecíamos pordioseros.- Y la cara de
moras restregadas que daba pena.- Nos
llevaron al grifo, que estaba cerca, y nos dieron un fregado que nos dejaron
nuevos.- Las mamás enfadadas con las
moras, con los niños, con la comida que se había quedado fría, y nosotros tan
contentos del magnífico día.- Cuendo
me paro a pensar en los avatares de mi vida como niño, ha sido el día más feliz de mi niñez, ya que las
circunstancias de la guerra me hicieron ‘’niño hombre``.
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