domingo, 29 de noviembre de 2015

MIS RECUERDOS DE LA GUERRA EN MARTE


EL OREJON LLEGA A CASA A VER AL ABUELO

El orejón es el dueño de una Hacienda en el campo de este municipio, estuvo escondido con el abuelo algún tiempo en el mismo lugar para que los rojos ,n los detuvieran, que ya sabían de antemano el final, y no bajó a la cueva del Tajo de la Villa Vieja porque le dio miedo.-  Pero el abuelo y él estuvieron antes de eso escondidos en unas cuevas que hay en el Tajo Madrileño, por debajo de la Hacienda Cortikillos y cerca del mokrón.- 

Allí les llevaba aguas y comida papá Juan desde el cortijo.-  Pero cuando entraron los nacionales en el pueblo y se fue a la Ciudad con su familia, se lo llevó Píor en la furgoneta.-  No puedo decir su nombre ni el del cortijo, no gustaría a su familia.-  Porque, entre otras cosas yo quiero publicar este libro algún día.-

Son las memorias, las vivencias día a día del desastre más grande que acaeció entre hermanos, padres e hijos en la historia de este País.-  Publicarán cientos de libros e historias, más o menos cercanas, pero nadie la realidad vivida desde la humildad, la sencillez, la miseria, el trabajo y las vivencias tal cual fueron sucediendo día a día, hora a hora.-

El amigo del abuelo, el orejón, se ha venido a la Hacienda  otra vez, porque es él quien lo llevaba antes y ahora también; los hijos estudian en la capital y solo vienen de largo en largo, es él quien va de vez en cuando a la Ciudad.-  Los dos hombres están contando sus vivencias desde que se separaron, bajo la parra que hay en la puerta, y a los dos se les llenan los ojos de lágrimas.-

 Al Orejón le quemaron las cosechas, se llevaron su ganado, incluidas yeguas y mulos, saquearon la casa y la dejaron para encalar.-  Lo andaban buscando para matarlo, ellos decían fusilarlo, pero no lo encontraban.-  Una noche fue a la Hacienda recoger una escopeta que tenia escondida y cuando salía para marcharse lo descubrieron y lo persiguieron a tiros.-

Me lo había contado el abuelo, que a su vez a él se lo contó cuando estuvieron los dos escondidos en el Tajo Madrileño.- No lo pudieron atrapar cuando lo persiguieron, porque él se parapetaba detrás de los olivos y les devolvía los tiros, y valerosos eran con los desarmados, pero con quién les devolvía plomo y buen tirador, eran menos bravos; Orejón decía que hasta cobardes.-

  De qué buena gana, decía, me hubiera enfrentado al Tuerto, para volarle lo que llevaba bajo el sombrero.-  Cuando se fue, quiso dejarle la escopeta a mi abuelo, pero él no quiso armas.-  Los dos pasaron el día en el cortijo de Porkunencias, con el tío Pekico, dos buenos hombres, donde los haya.

 

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