domingo, 15 de noviembre de 2015

MIS RECUERDOS DE LA GUERRA EN MARTE

VUELTA A CASA

           Pasaron un par de semanas y una noche llegó Pío con mi padre, se fue pronto para que celebráramos su llegada.-  La alegría en casa fue enorme, aquella noche nadie durmió, la casa estuvo llena de vecinos y solo de madrugada nos fuimos a descansar.-  Pero era como si hubiera un muro entre mi padre y la familia, nadie habló de la guerra, nadie quería comentarios, ni aquella noche ni después en días sucesivos.-  Solo se hablaba de los problemas de la agricultura y de cómo nos iba todo.-
Sambombas vino a saludarnos (Sambo) y de paso a recoger a mi padre para que se presentaran al jefe de la policía del pueblo.-  Mi abuelo quiso bajar con ellos y yo pegado a los pantalones suyos como siempre.-  Pero solo entraron los dos recien venidos a la comisaría, nosotros esperamos en lo de Pío a que volvieran.-  La Robles les saludó y les invitó, Pío había ido de viaje.-  La Robles le dice a mi abuelo, al verme junto a él y no junto a mi padre; tu nieto se ha convertido en tu lazarillo, no se retira de ti.-  Mi abuelo miró a mi padre, después a mí y se le humedecieron los ojos.-  Cuando ya nos íbamos llegó un falangista con un papel y se lo dio a mi padre, que firmó el duplicado.-  Nadie le preguntó nada.-
           Ya en casa, leyó el papel y nos dijo que le daban diez días de permiso, pero que se tenía que incorporar al Ejército nacional porque su quinta estaba en filas.-  Hubo un poco de seriedad, pero padre dijo que en la provincia ya no había frentes de guerra y que a los mayores como él los ponían en servicios sociales.-  Se tranquilizó la familia.-
           Sambo era un año mayor y por eso no le pillaba su quinta, pero que cuando la guerra acabara, era de los primeros que licenciaban.-  Bueno, dijo el abuelo, al menos te tenemos más cerca, y tal vez te concedan de vez en cuando algún permiso para que vengas.-  Como Pío va de vez en cuando nos tendrá informados.-  Así que nos dispusimos a comer todos en familia, muy contentos porque ya los abuelos y mi madre tenían otras caras más alegres
            Mi padre pidió de postre higos, pan de higos y frutas pasadas, que decía las echaba mucho de menos.-  La primera comida en familia desde hacía casi dos años, en amor y compañía, y satisfechos de estar todos reunidos, a pesar de todo, aunque los ojos de mi abuelo se llenaban de lágrimas que a veces no podía sujetar.- Mi abuela, lo suyo eran los rezos.


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