LAS ÚLTIMAS FRUTAS-
El abuelo explicó al maestro la
situación para que me dejara el día libre.-
Yo lo sentía, no solo por las clases, que sí me gustaba asistir a ellas,
también por esa comida del medio día tan apetitosa que nos servía la
cocinera.- La cocinera era la mujer de
un republicano, Sambo, la cual tenía otros cuatro niños y su situación
económica era muy delicada.- El jefe de
la Falanje que era el que disponía el comedor, le dio ese trabajo para remediar,
en parte, su situación, que era insostenible
Yo muchos días ahorraba el chusco
de pan que me daban para comer y me lo llevaba a casa.- La cocinera me vía y se reía.- Yo lo escondía en la bolsa de los
libros.- Había unas órdenes muy
estrictas, no se podía sacar nada del comedor, con letreros por todas las paredes.- Pero más de un chico se arriesgaba, sobre
todo los mayores, como Músico y de Serote, Criskobillas, Laukeano, Anaskasio, Malo, Chakuetillas, y un sinfín de
chicos mayores que yo que iban a la escuela, desde que los falankistas pusieron
los comedores.- Igual que los rojizos, que robaban solo para ellos.-
Existía
un grave problema, porque el pueblo había sido saqueado y no quedaba nada,
salvo algunos nidos como el que hizo el abuelo en el pajar para poder
subsistir.- Pero igualmente pasaba en las
Haciendas, que también los habían saqueado, e incluso el ganado se lo
llevaron.- Los hacendados, como los
llamamos, también habían construido sus nidos para poder comer.- Mucha gente lo hacía, cuando se enteraban que
los rojizos se lo llevaban todo, pero lo que cada cual escondía era suyo y no
robaba a nadie.- Sin embargo los rojizos
sin haberlo trabajado se lo llevaban por la fuerza de las armas.- Por la fuerza del miedo que infundían cuando
llegaban a las casas amenazantes.-
Marciano Marteño, Marci para la familia y amigos, escribía en su despacho,
en los ratos libres cuando lo dejaban, la historia de la guerra en Marte cuando
era niño y vivia con su abuelo, una guerra sangrienta en la que luchaban frente
a frente hermanos contra hermanos, o padres contra hijos.- Fraticida, mientras los políticos pregonaban
sus victorias en los frentes de batallas, como si fueran ellos personalmente
los que ganaban las batallas jugándose la piel.- Marci, un chiquillo en aquella época, de los
más cultos de su tiempo, vivió un infierno que recordaría toda su vida.- Ahora, ya con tiempo y serenidad, quería
dejar constancia de la realidad.
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