LOS ROJIZOS DEL PUEBLO
Todos los días había reunión de gentes en la
plaza del pueblo.- Habían saqueado la Iglesia
y quemado sus ornamentos en el patio, aquella era la humareda que asomaba al
final de la calle.- En la nave que dejaron
vacía iban depositando todos los robos de sus saqueos y andanzas por las casas
de los campos que recorrían.- Traían
también ganado que le buscaron alojo en un extenso patio que tenía la Iglesia,
que la habían convertido en algo que decían, el economato de la Casa del
Pueblo, donde iban a llevarse los artículos para las necesidades diarias, solamente
los afiliados a los partidos de izquierdas, e incluso la carne del ganado que
sacrificaban.-
De vez en cuando
traían hombres atados, que los capturaban en los campos y se los llevaban en
vehículos, de los que nunca se supo nada de haber aparecido.- En el Departamento se libraban duras batallas
entre los AZULES y los ROJIZOS, y por las noches teníamos que dormir con las
ventanas cerradas por temor a las balas.-
Las batallas dentro de la ciudad eran de noche, cuando los Azules
atacaban para tomar el pueblo y
desalojas a los Rojizos, que en realidad eran un conjunto de siglas no
entendibles.
Mi padre entraba
por la mañana y se acostaba y al anochecer se iba y mis abuelos se quedaban
llorando.- Yo siempre pegado a mi abuelo también lloraba y me acurrucaba
cuando sonaban losa tiros, que prácticamente eran a media noche cuando arreciaba
el tiroteo.- Los perros del barrio
aullaban como si les pegaran, y mi abuelo decía que anunciaban muerte.- La vida era un infierno y nadie podía salir
ni entrar en la ciudad, porque si salía sin permiso de los dirigentes rojizos
era fusilado, y si entraba de incognito y lo pillaban, era fusilado también.-
Mi abuelo no salía
nada más que por agua a la fuente y con un permiso especial para que los
controles lo dejaran pasar.- Los vecinos
de la calle y del barrio se reunían de día a comentar los acontecimientos de
los que tenían conocimiento, pero con miedo y vigilancia para que no los pillaran
hablando los vigilantes que deambulaban permanentemente.- De vez en cuando llegaban por la fuerza de
las armas a registrar las casas por si se escondían a gentes contrarios a sus
ideales.- En las casas solo había
mujeres, niños y viejos.- Y en los
registros llevaban implícitos los saqueos, robos y latrocinios, dejando a
familias enteras hambrientas y sin nada.-
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