domingo, 1 de noviembre de 2015

MIS RECUEDOS

                                                      LOS EXCARCELADOS

                    Cada día llegaban algunos individuos forasteros, barbudos, sucios y malolientes.-  A los chiquillos nos preguntaban para llegar a la casa del pueblo.-  Nosotros no entendíamos lo que significaba la casa del pueblo, porque casas del pueblo eran todas.-  Al parecer era donde se reunían todos los rojizos.-  El hijo de Pío, el mayor y yo siempre encabezábamos algunas correrías por el pueblo.-  Pero era pequeño y no lo dejaba la madre retirarse de la Plaza, sin embargo a Maro si la dejaba conmigo
Cierto día llegó Maro donde yo estaba echando de comer a los cerdos que teníamos para engordarlos, que según mi abuelo, dos eran para nuestra matanza y siete para vendérselos a Pío que él hacía matanzas para vender.-  Venía acompañada de  su vecina de enfrente, hija de un tal Anastacio, me dijo que venía el Tuerto de camino, con algunos barbudos de los que llegaron días antes y traían un prisionero con las manos atadas.-  Como siempre, seguro que iba al cementerio, q  ue era lo de ellos.
Yo dejé mi trabajo y nos fuimos tras la comitiva.-  De camino silbábamos con la contraseña que teníamos para reunirnos y cuando llegamos a la carretera íbamos una pandilla de media docena.-  En el lugar denominado ‘’cochera de Pío’’ empezaba la carretera.-  El tuerto dijo que nos volviéramos y se puso furioso y dijo que nos iba a azotar.-  Decidimos hacerle caso, más acobardados por las amenazas.-
Los rojos siguieron caminando por la carretera y, cuando tomaron la curva, nos miramos unos a otros y puestos de acuerdo corrimos por la trocha del Pocacho, paralela a la carretera, pero retirada.-   Notros los veíamos caminar y ellos no nos podían ver.-   Se dirigieron por un camino que lleva al cementerio.-  Nosotros seguimos hasta las paredes del camposanto.-
El cementerio estaba al lado de la carretera, en una pendiente y, por la parte de arriba, el muro que tenía estaba a un metro del suelo.-  nos escondimos detrás del muro que había muy cerca .  Nosotros veíamos  a los rojizos reunidos en el cementerio.-  Somos los portavoces, somos los chiquillos del pueblo los mejor informados de todos los acontecimientos, de las fechorías o de las buenas acciones, pero aquí no hay buenas acciones, porque los rojizos no son hermanitas de caridad.-


     

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