NENE-TYLLO
Mientras que desayunan,
el chico le pide permiso a sus padres para dar un paseo en barca con el abuelo.- Le conceden el permiso todo lo extensivo le sea
necesario, pero recomiendan que no les anochezca.- El abuelo mira a todos un poco sorprendido,
ya que él no ha sido el autor del desaguisado, si es que lo querían tener ellos
cerca. De cualquier forma, al señor
Marko se le llenan los ojos de lágrimas, que no puede contener de que resbalen
por sus mejillas.-
Todos se estaban dando
cuenta de la gran emoción que embargaba al abuelo, entre ellos el joven y sale
en su auxilio.- Abuelo, en primer lugar
tengo que decirte que a lo mejor soy un poco egoísta en este caso, pero tengo
necesidad de que hablemos todo el día en
tu idioma marteño, porque pronto tengo exámenes y necesito que no me
suspendan.- La cara del abuelo se iluminó, aunque sabía que además de hablar en
marteño tenía el pensamiento de hablar de algunas chicas en concreto y, como es
natural, siempre se dirigía a él en las
cosas serias.-
No preparéis comida,
dice el abuelo, quiero que comamos en alguno de esos restaurantes de la riera,
en el que siempre hay gente interesante a con quienes comentar y a quienes
observar.- Y este joven que me reta a
pasear espero no dejarlo en mal lugar.-
La conversación se animó y las risas salieron a flote, el abuelo desalojó
sus ojos de lágrimas y le asomó una sonrisa de felicidad.- Nene-Tyllo quería mucho al abuelo y era el
consultorio particular en las cosas de la vida, que por su edad y experiencia
era el mejor profesor que podía buscar.-
Como si alguien hubiera
estado oyendo la conversación excursionista de los dos familiares del CLAN, o
talvez por la casualidad de que alguien se fue de la lengua respecto a la
excursión, el caso es que sobre las tres de la tarde regresaban los
excursionistas a uno de los restaurantes de la riera, después de haber pasado
un espléndido día entre árboles frutales y hortalizas y navegar hasta la dársena
cercana al mar.- Cuando entraron al
restaurante le dice Nene-Tyllo al abuelo, mientras trataba y repartía saludos y sonrisas de su estilo
particular, quiero creer que tú no me has traicionado invitando a toda esta
gente que parece que nos estaban esperando.- ¿Desconfías de mí?.- No, mis
disculpas.
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